He tenido, ya por varios años, el deseo de escribir algo sobre el transporte público, la experiencia de las combis para ser más precisa. No un documental ni menos aún algo crítico, solamente aquello que se me viene a la mente cada una y todas las veces que tengo la necesidad de estar en una. Es curioso, como todas esas veces, lo único que se me ocurre es pensar como será la vida de las personas, que a la misma hora que yo, necesitaron salir de un lugar para llegar a otro.
Están ahí, a mi lado, el ejecutivo que ya no sonríe mas, la bailarina de ballet, el carnicero viudo que cuida de sus tres hijas pequeñas y la que pasa las mañanas estudiando mientras que por las tardes trabaja vendiendo tickets en el Cine Pacífico. Vidas tan diferentes, caminos que parecen no tener motivo alguno para coincidir, personas tan distintas una de la otra y a la vez tan iguales. Es solo por unos minutos, o quizás mas que unos si el recorrido es largo, que todas esas historias llegan al mismo punto en su trama.
Ivana guardó sus zapatillas y se despidió del conserje con una sonrisa. Mientras caminaba hacia el paradero, no podía alejar su mente de Cascanueces, solo faltaban unos días y a ella le quedaba aún tanto por practicar.
El señor Salcedo terminó por fin de archivar las últimas planillas y fue a lavar la taza que aún guardaba un conchito del café de media tarde. Salió corriendo, que dentro de poco pasaba la última combi, y no pensaba pasar una noche más en la oficina.
Martina le entregó las llaves del cine a Julio. Hoy no se podía quedar a cerrar: su gato estaba enfermo y debía darle sus medicinas de media noche. Además, habían cerrado el paradero de siempre y tenía que caminar hasta Pardo para tomar el bus.
Don Pedrito no había vendido ni un corte en todo el día. Había días como este, en los que regresaba a casa con una sonrisa falsa para no alarmar a sus tres hijas, que lo esperaban en la puerta todas las noches. Dejó pasar una combi por que estaba muy llena y hoy no tenía ganas de viajar de pie. La siguiente de todas maneras la tomaba.
Un instante en el que todos miran hacia la misma dirección, en el que quizás todos piensan al mismo tiempo, en como será la vida de aquel que viaja al lado, de aquel que viaja al frente o de aquel que viaja atrás. Una escena que es igual en cada obra, un capitulo que coincide en todas las novelas, un momento que pertenece a todos y sin embargo, ninguno le da mayor importancia. Nadie se conoce, pero cada uno ahora forma parte de la vida del otro. Yo, mientras tanto, prefiero sentarme atrás y observar.
Están ahí, a mi lado, el ejecutivo que ya no sonríe mas, la bailarina de ballet, el carnicero viudo que cuida de sus tres hijas pequeñas y la que pasa las mañanas estudiando mientras que por las tardes trabaja vendiendo tickets en el Cine Pacífico. Vidas tan diferentes, caminos que parecen no tener motivo alguno para coincidir, personas tan distintas una de la otra y a la vez tan iguales. Es solo por unos minutos, o quizás mas que unos si el recorrido es largo, que todas esas historias llegan al mismo punto en su trama.
Ivana guardó sus zapatillas y se despidió del conserje con una sonrisa. Mientras caminaba hacia el paradero, no podía alejar su mente de Cascanueces, solo faltaban unos días y a ella le quedaba aún tanto por practicar.
El señor Salcedo terminó por fin de archivar las últimas planillas y fue a lavar la taza que aún guardaba un conchito del café de media tarde. Salió corriendo, que dentro de poco pasaba la última combi, y no pensaba pasar una noche más en la oficina.
Martina le entregó las llaves del cine a Julio. Hoy no se podía quedar a cerrar: su gato estaba enfermo y debía darle sus medicinas de media noche. Además, habían cerrado el paradero de siempre y tenía que caminar hasta Pardo para tomar el bus.
Don Pedrito no había vendido ni un corte en todo el día. Había días como este, en los que regresaba a casa con una sonrisa falsa para no alarmar a sus tres hijas, que lo esperaban en la puerta todas las noches. Dejó pasar una combi por que estaba muy llena y hoy no tenía ganas de viajar de pie. La siguiente de todas maneras la tomaba.
Un instante en el que todos miran hacia la misma dirección, en el que quizás todos piensan al mismo tiempo, en como será la vida de aquel que viaja al lado, de aquel que viaja al frente o de aquel que viaja atrás. Una escena que es igual en cada obra, un capitulo que coincide en todas las novelas, un momento que pertenece a todos y sin embargo, ninguno le da mayor importancia. Nadie se conoce, pero cada uno ahora forma parte de la vida del otro. Yo, mientras tanto, prefiero sentarme atrás y observar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario