Hacía tanto tiempo que soñaba con él. Ella se levantó bruscamente con el sonido del despertador y los gritos de su mamá anunciando el desayuno. Estaba tarde otra vez. Se incorporó con una rapidez que nunca antes se había visto emerger de un cuerpo tan pequeño como el de nuestra protagonista. Encendió la ducha fría mientras recogía del suelo la ropa que había usado la noche anterior. La revisó un poco, hizo un gesto de indiferencia y se metió a la ducha. No pasaron ni dos minutos y ya estaba corriendo con el mismo pantalón y el mismo polo de siempre hacia el paradero, rogando que el de las 11 y 30 aún no haya partido. Demasiado tarde. Hoy se cumplía un mes desde la última vez que iban en el mismo bus.
jueves, 19 de agosto de 2010
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