miércoles, 1 de agosto de 2012

fulgor



no buscar el fulgor
tomando por dada la luz

buscar el fulgor
en el resplandor
de la oscuridad

en el resplandor
del instante oscuro
en el que los ojos ven
sin ser vistos



martes, 31 de julio de 2012

didgeridoo

Ahora sé que me leerás. Que me leerás en papel. En papel electrónico, en todo caso. Es raro. ¡Es bonito! Quizá este post sea para ti.
Me gusta pensar que no es la primera vez que me lees. Me leíste el primer día que te conocí. El día que sin saberlo me enamoré de ti (aunque sí que lo supe) y muchas veces más. Cada una y todas las veces que has tocado para mi. Has leído dentro de mi en un idioma que yo ni siquiera conocía, ¡cosas que yo misma no podía leer! 

Qué bonito conocerte
qué bonito qué bonito qué bonito 

cadaunodelosdíascontigomesientoenlasaltasesferas :) 

domingo, 29 de julio de 2012

Nunca había hecho el amor de esta manera

Siempre pensé que con el amor bastaba. Que solo de amor se podía vivir. Hasta que llegaste tú.
A moverme todo. A Hacerme dar cuenta que se necesita mucho más que solo amor. Se necesita coraje. Sobre todo coraje. Y se necesitan huevos.




El correo está de huelga

¿Y ahora cómo llegarán mis cartas de amor?

viernes, 27 de julio de 2012

Capítulo final

La última vez que lo vi, él ni siquiera me vio. Era una de esas tardes en las que Lima se vuelve más gris que de costumbre, en las que uno camina por las calles miraflorinas pensando en que son pocas las ciudades en el mundo en las que el invierno llega así, como susurrando. Yo había salido a comprar albahaca por encargo de mamá. Él a caminar como solía hacerlo todas las tardes, sin un rumbo específico. Lo vi a lo lejos, incluso al principio me costó reconocerlo. Tuve un impulso de correr y alcanzarlo por detrás, saltarle encima y darle un abrazo que él jamás olvidaría. Hubiese sido un abrazo de despedida especial, pero no lo hice. Me quedé mirando fijamente cómo su sombra se perdía en alguna de esas callecitas en que las casas, con sus ventanitas y las familias viendo la tele dentro, parecen sacadas de algún sitcom estadounidense. Me quedé mirando su espalda, me quedé mirando sus pies. Como si verlo fuese mi programa favorito, ese que pasan a las 8 pm todos los días y las abuelitas ven religiosamente. Mi novela. Me quedé mirándolo como si él fuese mi novela, esa que no podía perderme bajo ningún concepto y me hacía proyectarme durante el día qué es lo que pasaría cuando llegasen las 8 de la noche y pudiese por fin ver si Juanito y Pepita se darían un beso. O de lo contrario, si ella se iría corriendo diciendo que su amor era imposible y nunca podrían estar juntos. Él era mi novela sin final feliz. Mejor dicho, él era mi novela sin final. Esa que acabó repentinamente por falta de rating.

Cuando retomé la consciencia me di cuenta que él ya no estaba. No pude sentirlo. No le di ese abrazo de despedida bajo todas las de la ley. No nos besamos apasionadamente mientras salían los créditos y agradecimientos del esperado final feliz, ese anunciado en todos los periódicos y secuencias de entretenimiento. No pude decirle ni siquiera que no podríamos estar juntos porque el nuestro era un amor imposible. Solo lo vi perderse bajo ese cielo color gato cartujo que tantas veces había cubierto nuestros paseos de la mano. Lado a lado. Esta vez solo estaba él: una figura que se disolvía mientras se hacía más lejana, mientras se perdía en el tiempo. Ese día apagué la tele y nunca más la volví a prender. Yo ya sabía que de todas maneras el capítulo final nunca llegaría. O quizá le habían cambiado el horario y a mi nadie me lo consultó. 

Al día siguiente tomé un avión y viajé a Paris. Esa fue la última vez que lo vi. Y él ni siquiera me vio.

domingo, 8 de julio de 2012

Aprendizaje o el libro de los placeres

“Solo podría haber un encuentro de sus misterios si uno se entregase al otro: la entrega de dos mundos incognoscibles realizada con la confianza con que se entregarían dos comprensiones” Clarice

sábado, 7 de julio de 2012

what a beautiful face

asombro en sombras


me hablaste
asombrado
de aquellos que ven
no aviones
sino monjes
planeando el cielo tibetano
pero existe en tí
(yo lo he visto!)
otra-clase-de-asombro-aún-desconocido:

el asombro transparente
del encuentro animal

un petit pericote
corre entre nuestros pies
tú/él/yo
nos detenemos a asombrarnos todos
animal-mente
como quien huye
de lo pequeño y ominoso

él se mete tras las rejas
y tú y yo
nos perdemos 
entre San Martín y Ocharán

el a-venir


como una hoja de papel calca
te dije
que podía ver a través de tus ojos
tus ojos
que construyen acertijos a mi alrededor
que son ventanas
y bisagras 
y puentes para saltar
al centro de la tierra

el acontecimiento

"el encuentro
solo puede ser contingente y azaroso"
repito
"el encuentro
solo -
puede ser
contingente
y azaroso"

la línea resaltada en papel marrón:
tinta 
que hoy releo
en tus ojos camaleónicos

quizá el acontecimiento
sí esté sucediendo en tus brazos
en tus ojos
en tu boca



martes, 26 de junio de 2012

C'est quoi l'amour?



Yo también quiero amar como ama Alain Badiou.


insomnes

En casa nadie podía dormir. Nos había entrado de repente el bichito del insomnio y no había cómo sacarlo! Escuché a Papá entrar en un estado de desesperación típico en él. Querer encontrarle la razón lógica a todo, sin entender que no dormir también tiene sus encantos. Desde mi habitación podía escuchar cómo interrogaba a mamá, cuestionándole por qué no se iba a dormir ya. Y que qué le pasaba. Que esto no es normal. Que no, no, tú siempre duermes temprano. Que hay algo aquí que no va bien. 

Mamá no respondía. Estaba como hipnotizada con los ojos en la pantalla de la computadora. Sus silencios transmitían una irritación inmensa ante ese interrogatorio pseudopolicial. Y qué si no podía dormir. Quizás estar hipnotizada era una manera de descansar también. Y  en todo caso, quién era él para decidir cómo ella disponía de sus horas de sueño. 

Yo pensaba que quizá alguien nos había puesto algo en el café. El insomnio estaba poniendo la casa de cabeza. De cabeza y con los ojos bien abiertos.

Permanecí metida entre las sábanas. Cuando mamá entró en mi cuarto y preguntó ¿duermes?, no respondí. 

Me gusta estar insomne a escondidas. En la oscuridad del fondo de mi cama. 


lunes, 25 de junio de 2012

(aparte)

Hace mucho que no escribo aquí. La verdad es que pensé en comenzar de nuevo, en otro espacio y en otro tiempo...sin embargo, me he quedado, tras volver a un mundo casi-no-mío y borrosamente mío aún.

La penumbra del día que empieza me arrastró hasta aquí, para luego irse y dejarme con recuerdos que se asoman, con los que ya no sé qué hacer. No puedo dejarlos ir. O tal vez sean ellos los que me retienen; las memorias flotantes que en su bizarra existencia que no llega a ser, no me alcanzan, pero tampoco me dejan ir. Y por eso estoy aquí nuevamente. Bajo los mismos árboles de siempre. Escuchando el mismo sonido de la lluvia ausente de un invierno que no llega y que sin embargo, espero. Se me ocurre que quizá yo sea la misma también.

Andando en círculos. 

Tan grande como dos galaxias

¿Qué hacer con los recuerdos?


Pienso en volver

como el sonido de las olas del mar


 

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