Salimos a la calle e imaginamos a todos los transeúntes con nubecitas de colores sobre la cabeza.
Piensan en besos de películas de los sesenta, felicidad sin límites ni barreras, abrazos de esos que no te dejan respirar, pasar un día entero con la persona que amas echados en la cama, invitarle un mordisco de tu pizza a tu perro, tomar fotos espontáneas, leer un libro y no querer que se acabe, escuchar tu canción favorita a todo volumen.
Las nubecitas están llenas de sonrisas y caramelos de fresa. Así el mundo no se acaba tan rápido.
Piensan en besos de películas de los sesenta, felicidad sin límites ni barreras, abrazos de esos que no te dejan respirar, pasar un día entero con la persona que amas echados en la cama, invitarle un mordisco de tu pizza a tu perro, tomar fotos espontáneas, leer un libro y no querer que se acabe, escuchar tu canción favorita a todo volumen.
Las nubecitas están llenas de sonrisas y caramelos de fresa. Así el mundo no se acaba tan rápido.
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