sábado, 21 de febrero de 2009

You Can Count on Me

Hoy solo me robaré el titulo de la película que vi ayer. O quizás no, y lo que escriba haya sido subconscientemente influenciado por dos horas consecutivas de observar la pantalla de una computadora (es la nueva era: ya no se ven las pelas en la tele).

No estaría exagerando si digo que paso varias horas al día recordando el pasado, comparándolo con el presente e imaginando que curso habría seguido mi vida si aquel día no hubiese ido a tal lugar o si no le hubiese hablado a cierta persona. Lo cierto es que si me sorprende bastante como en un par de años o quizás solo en unos cuantos meses, la vida de uno puede cambiar tanto. Definitivamente el punto de quiebre es terminar el colegio, pues significa que ya no veremos las mismas caras que hemos estado viendo por doce años cada una y todas las mañanas. Cada quien toma un camino diferente y por más que con todo nuestro corazón, deseemos no alejarnos, lo hacemos y ya no hay vuelta atrás.

Nuevas personas tocan en nuestras puertas (digo puertas ya que son varias; estamos buscando un hogar aún, pues no nos sentimos más en casa con nuestros padres y los nuevos amigos no son aquellos que nos pueden ver llorar todavía). Comenzamos a frecuentar diariamente a personas que hace unos instantes eran solo extraños en el mundo, ni siquiera en el nuestro. Cada día se hace más difícil mantener contacto con aquellos que durante tanto tiempo fueron parte de nuestra vida o nuestra vida misma, que formaron nuestro carácter y que consiguieron que seamos lo que somos hoy.

Sin embargo, seguimos sintiendo lo mismo. Quizás hoy lo sentimos también por otros, pero eso no significa que hayamos olvidado a los de antes. Simplemente, hay personas que no se pueden olvidar nunca. You Can Count on Me. Siempre.

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